domingo, 6 de diciembre de 2009

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Miró a los ojos de aquella mujer , que a veces eran pardos, y a veces eran verdes, y siempre del color de las tormentas, y en la mirada que le devolvieron leyó que el único camino posible es avanzar, seguir adelante, recorrer las vías de hierro hasta donde empiezan a florecer las amapolas, imaginar un lugar al que no llegan los trenes, y encontrarlo, y detenerse al borde del océano para aprender que si sopla por la derecha es poniente, y si sopla por la izquierda es levante, y si viene de frente es sur, pero que todos borran el camino de vuelta. Había mucha vida en aquellos ojos, una historia muy larga, y el futuro.


Los aires difíciles, Almudena Grandes